miércoles, 3 de marzo de 2021

Un paseo por el jardín rojo 2019

 

 


 

 Había una vez una quimera, deseaba conocer a su igual, pero como seguía transformándose no lo conseguía…

La primer luna de ese año iluminó su camino hacia un tronco, había una sonrisa... la sostuvo en sus manos como si ocultara algún tesoro, no dejaba de observar cómo le sonreía. Le gustaba transformar cosas así que le llevó a esa cumbre donde se veía todo el jardín rojo. Miro a la luna como buscando su aprobación, mezcló con arcilla poco a poco se fue transformando en una criatura que gozaba de construir espacios cálidos y hermosos, muy protector. Esa noche la luna los guió por el laberinto  hasta el jardín rojo, en mala hora tres demonios salieron a presenciar lo que sería otro vez mala suerte pensó la quimera, le abandonó ahí, la criatura deseaba seguir el río y no volver jamás.

 

Tras salir del laberinto tropezó con una piedra, se detuvo la levantó y entonces dos ojos despertaron como de una larga siesta;  mirada hacia abajo, parpadeo, doble parpadeo, triple parpadeo, mirada abajo, parpadeo, mirada abajo, mirada abajo, parpadeo, mirada abajo y parpadeo (.- -- --- .-. .-.-.). Pasaba días enteros mirando aquellos ojos hasta que decidió tomar arcilla y transformarle, pero la luna sonreía de manera burlona, podía ver como mesia su sonrisa de un lado a otro. Finalmente se convirtió en otra criatura resbalosa, de carácter fuerte, tenía peculiar gusto por el lodo, la tierra, las plantas y otras criaturas. Cercas de un río reunió  lombrices, una ensalada muy pintoresca sobre una hoja de la planta filodendro erubescens, el festín estaba casi listo, pero la quimera quiso adelantarse para comprobar el sabor… la criatura no lo permitió con un latigazo rápido un estruendo provocó; enfermo y acusó a la quimera de ser ponzoñosa. Desconcertada la quimera miro al cielo, las nubes cubrieron la sonrisa de la luna y comenzó a llover, gotita a gotita empaparon a la quimera que continuó su camino hacia el jardín rojo. 

 

Seguía caminando y el viento le empuja para que diera saltitos, como jugando, animandole. El viento sopló más fuerte y provocó que la quimera escuchara un murmullo en las hojas de un arbusto, era su propia voz resonando en las orejas que escuchan atentamente. La quimera muy animada le contaba del jardín rojo, de su amiga la luna y los bellos paisajes que había recorrido. Como le había escuchado tan bien le transformó con arcilla, la criatura feliz de poder decir algo comenzó a gritar, gritaba, gritaba; así que la quimera comenzó a moverse al ritmo de los gritos, asombrada de su energía la criatura subió muy alto por unas lianas, el viento con una fuerte ráfaga tenso las lianas provocando un gran estruendo, no había nunca escuchado algo así de la emoción la quimera solo podía reír, la criatura gritaba, gritaba, no dejaba de gritar, temía que si no seguía gritando la quimera cerrara sus ojos dejando de prestarle atención. La temperatura del jardín comenzó a bajar formándose así niebla, más espesa tanto que ya la quimera no podía ver a la criatura, aunque seguía escuchándole gritar y esta le respondía no fue suficiente, porque la criatura dejó de gritar y se fue de aquel jardín rojo. 

 

La tierra cobijo a la quimera para que durmiera hasta que la niebla se dispersó, la luz de la luna llegó de nuevo para seguir iluminando su camino. 




THAYZET.2019

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